Peluquero

Odio al peluquero, maldita sea.

Viene al negocio, casi siempre para usar una cabina, lo que me saca de este tipo es que no me pide las cosas, las señala. Yo sé que en el pasado me he quejado mucho de esto, pero es que es realmente frustrante, uno está tranquilo como siempre, navegando por... por Nowhereland ahora no, porque lo cerraron, pero por algún lado seguro. Sentís que entra alguien, mirás, y está un grandulón con cara de idiota, mirándote, y señalando una cabina. Les digo "¿Hola?" entonces mueven la cabeza, y me señalan la cabina, entonces yo les digo "Sí, ¿Qué?" mueven la cabeza y señalan la cabina "Sí, ¿qué quiere? ¿Cabina?" mueven la cabeza "¿CA - BI - NA?" mueven la cabeza, y como ya no entienden que los estoy tratando como a un niño que no sabe hablar, les doy una cabina.
Este tipo es más frustrante. Es un tipo de unos 52 años, pelado y con panza, se mete la camisa adentro del pantalón (por arriba de la cintura, por supuesto) y eso le hace más panza. Bueno, él en lugar de utilizar su energía en decirme "Hola, ¿Me das cabina?" la gasta en silbarme como a los perros, o emitir alguna clase de sonido que llame mi atención, así cuando miro, lo observo a él con cara de retrasado mental fumado, agarrando la puerta de una cabina, sí, siquiera señalándola, no, él decide qué cabina va a usar...
La otra vez estaba loquísima haciendo miles de fotocopias (miles no, cientas... bueno, cientas tampoco, algunas decenitas... sin plural) y él, se queda parado en la puerta, al lado de la cabina 1, agarrándo la manija para abrirla. Como sus chiflidos no llamaban la atención (lo hacían, pero me hacía la que no escuchaba) procede a una técnica mucho más elaborada: Hacer sonar sus llaves. Yo sigo acomodándo las hojas fotocopiadas, con todo el tiempo del mundo. Vuelve a hacer sonar sus llaves, mientras sigue queriendo abrir la puerta de la cabina 1. Yo en ese momento me dí cuenta que la vida es demasiado larga como para no tomarse un buen rato para acomodar bien las fotocopias y contarlas varias veces, por las dudas. Vuelve a hacer sonar las llaves, parece que no se daba cuenta que esta táctica no da resultados, entonces saca un as de la manga; Tose. Yo había terminado de acomodar las fotocopias y de entregarlas a su dueño, el cual me "tapaba" la vista del peluquero insistente con su catarro y el constante movimiento de sus manos que sostienen las llaves. Se va el otro cliente, y el peluquero se queda allí, moviendo las llaves. ¿Yo que hago? Me siento en la computadora, navegando (por Nowhereland no, buaa!). Entonces el peluquero, increíblemente renuncia a su insistente estupidez, y me dice con voz de fastidio "¿me das cabina?" mientras abre la puerta de la cabina 1, la cual deseaba desesperadamente. Espero a que abra la cabina y se siente para decirle "¡Por la dos!".